jueves, 22 de noviembre de 2018

casos de ciberbullying

Se rieron del rarito hasta provocar su suicidio

Ryan se suicidó en 2003 después de años de agresión psicológica. Era acosado continuamente por ser supuestamente gay, afirma su padre. Tras años sufriendo diversos tipos de acoso, al llegar a la adolescencia una traición de un supuesto amigo tras una confidencia online derivó en la extensión del rumor de que era homosexual por todo el colegio. Una chica que le gustaba tonteó con él online haciéndole creer que le gustaba para después humillarlo en persona cuando él dio el paso fuera de la Red, además de distribuir los mensajes privados que había provocado con su fingido interés por él. Fue más de lo que pudo soportar.
Según palabras de su padre: Una cosa es sufrir bullying y ser humillado delante de unos pocos chicos. Una cosa es sufrir el rechazo de una chica y ver tu corazón destrozado. Pero tiene que ser una experiencia totalmente distinta a la de una generación anterior, cuando este dolor y esta humillación son ahora contemplados por una audiencia muchísimo mayor de adolescentes online. Creo que mi hijo habría sobrevivido a estos incidentes de no haber tenido lugar en Internet.
El caso fue clave para conseguir la aprobación de Ley de Prevención del Acoso en el Estado norteamericano de Vermont, siete meses después de la muerte de Ryan.


Humillaban a un compañero en YouTube

Entre los tres expedientes de ciberacoso incoados por el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja en el 2008 destaca el de seis menores que acudían a la misma clase y que insultaban y vejaban a otro compañero, llegando incluso a publicar en Youtube una fotografía del denunciante con comentarios humillantes. Tras la denuncia presentada por el agredido, el centro educativo reprendió a los menores quienes tuvieron que pedir perdón a la víctima y cambiar su comportamiento. El cabecilla fue, además, cambiado de clase. En este caso, no fue necesaria ninguna medida de alejamiento ni de cambio de centro escolar.


Reírse de la gorda de clase

Eché un vistazo al grupo. Eran los típicos chicos de barrio, bien educados. Vivían en una ciudad con buenas escuelas, calles seguras y de ambiente cordial y tranquilo. No me esperaba ninguna sorpresa.
Les pregunté con qué frecuencia utilizaban Internet y qué era lo que hacían en la Red. Todos respondieron que la utilizaban a diario. La mayoría reconoció que chateaban, navegaban por webs de música y deportes, y enviaban mensajes instantáneos y de e-mail a sus amigos. Algunos habían creado sus propios webs. Me dieron las típicas respuestas a mis típicas preguntas.
Entonces les pregunté qué hacían en la Red que sus padres no querrían que hiciesen (siempre me alucina la cantidad de niños que me confiesan cosas terribles sólo para ser útiles). Y ahí es donde la cosa se puso interesante. Unos pocos chicos admitieron haber creado un web para reírse de una niña con sobrepeso del colegio. Les hablaron a los otros en el cole sobre el web, y la niña se disgustó mucho, lógicamente. Publicaron un perfil falso en AOL (uno de los lugares más visitados de la Red) fingiendo ser ella.


Ciberacoso entre chicas por medio de bluetooth

Tres menores de Benamocarra (Málaga) fueron condenadas a dos años de vigilancia y seis fines de semana sin salir de su domicilio por acosar a una compañera de instituto. Las tres menores ya habían sido expulsadas del colegio durante un mes por pegar y grabar con el móvil a la adolescente, que en aquel momento tenía 13 años. El vídeo de la agresión fue distribuido vía ‘bluetooth’ entre los chavales del pueblo.
La familia de la víctima denunció que el acoso que sufría la menor le causaba trastornos en la alimentación y problemas para dormir. La jueza de Menores encargada del caso consideró a las adolescentes autoras de faltas de lesiones, y un delito contra la integridad moral. Además, a una de ellas se le añade un delito de revelación de secretos.

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